¿Hasta dónde te puede llevar el fanatismo por algún artista de fama mundial?
Quizá esta pregunta pueda resultar absurda y hasta ofensiva para un melómano, es decir una persona que le gusta y ama la música; para alguien que tiene notas musicales dentro de las venas, en lugar de sangre.
Es increíble la adrenalina y la emoción que puede causar escuchar en vivo a tu artista favorito en un gran concierto.
Ha pasado un año, desde que la agrupación norteamericana de “Nu Metal” KORN, llegó a nuestra capital. Este grupo oriundo de Bakersfield, California empezó como agrupación oficial en el año 1994, desde ese entonces fue ganando muchos fanáticos.
Jonathan Davis, es el vocalista del grupo, que con su vestimenta oscura derrama energía con cada nota que entona encima del escenario; también tenemos a James “Munky” Shaffer, que con sus largos dreads y gran maquillaje opacando su rostro, no son impedimento para que haga llorar a su inseparable amiga, la guitarra; Reginald “Fieldy” Arvizu, con unos quilos de más y con su cabello lacio, ajustados con una pañueleta que cubre su cabeza, es el número uno tocando el bajo; y Ray Luzier, con su rubia cabellera, en la batería. Ellos conforman la agrupación a la cual considero como grandiosa, por ende soy el fanático que sigue su trayectoria musical hasta el día de hoy.
El 14 de febrero de 2010, aproximadamente a las 09:00 pm, en el aeropuerto Jorge Chávez, aterrizó el avión que traía a los 4 miembros de la banda incitándolos a pisar el sagrado suelo peruano; al descender del gran pájaro mecánico, no dudaron en acercarse a los fanáticos que no sentían sus extremidades inferiores, después de haber permanecido parados por largas horas, haciéndole la guardia a estos ídolos. Jonathan Davis y compañía además de firmar autógrafos, se tomaron algunas fotos para el recuerdo de estos pobres humanos que quedaron fascinados con tener cerca a estos muchachos de Bakersfield; y puedo asegurar, que su sueño más anhelado se les cumplió.
EL DÍA TAN ESPERADO
Al día siguiente, deje de lado todas mis obligaciones, entre ellas, falte a mi trabajo, no fui a la universidad, y cancelé otras actividades para ir al estadio de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Al cabo de las 10:00 am de ese mismo día, ya estaba listo para una buena dosis de rock. Con mi entrada en la mano, enrumbé hacia la Av. Universitaria, exactamente a la tribuna norte de la universidad ya mencionada. Siendo las 11:00am llegue al dichoso lugar, la primera impresión que me llevé, fue ver a gente de mi “misma especie”, es decir fanáticos de Korn, ya se encontraban haciendo cola.
Mi ubicación en la cola de la zona general fue el número 6, es decir ya había gente que había llegado desde muy temprano para ganar la mejor ubicación; esto sin contar la cola de la zona Vip que contaba con un gran número de personas.
Pasaban las horas, y mi deseo por ver a mi grupo favorito se hacía más grande; era más fuerte la emoción que sentía por verlos en el escenario, que mis ganas por almorzar y rendirme bajo los rayos del astro rey.
Seguían pasando las horas y con algo de bocado en el estómago (gaseosa y algo de comida chatarra), yo seguía sentado en la acerca esperando la hora de la verdad.
Eran las 04:30 pm, y las pruebas de sonido de Korn se escuchaban hasta kilómetros de distancia, eso reanimaba mis ilusiones, que por cierto nunca las perdí y mi corazón palpitaba con cada golpe en la batería de Ray Luzier. Pasó 45 minutos y la prueba de sonido culminó.
Tuve que esperar hasta las 06:30 pm para que mis ojos brillaran con luz propia al ver que las puertas del estadio se abrieron totalmente, extendiendo sus brazos para acoger a los fans.
ARE YOU READY? (ESTÁS LISTO?)
Ubicado en la tribuna norte del estadio, esperaba con ansias locas la salida de los “Chicos de Korn”. Pasaron algunas horas, luego se presentaron los teloneros, el grupo “Por Hablar”, quienes ponían las pilas a la gente que no se desanimaba, si se puede.
Exactamente a las 09:00 pm (en punto) KORN, salió al escenario. El telón color negro con el nombre del grupo se levantaba lentamente por encima del escenario al compás de la canción “4U”. Luego fueron desfilando una a una las canciones más conocidas y populares de la banda.
Coreando las canciones se irritaba mi garganta, la saliva me hacía falta y mi voz se acortaba poco a poco; pero eso me importaba poco, pues mi gran sueño se hizo realidad. Esto fue algo que nunca imaginaba, ver a mis ídolos frente a mí, en un gran concierto.
Una hora y media de bastante adrenalina, gritos, entusiasmo, pogo y mucho más, estas fueron algunas cosas que sucedieron en durante el recital. Al ver que entonaban su última canción, los ánimos de la gente colapsaban con el simple hecho de saber que estaba a punto de despertar de este día tan maravilloso, cual cuento de hadas, pues todo esto parecía un sueño y no quería que finalice.
Al filo de las 10:30 pm, una sensación de tristeza invadía mi cuerpo, era como descender de los cielos y volver a esta triste realidad; Korn se despedía del público peruano. Jonathan con una bandera del Perú, levantándola muy arriba en señal de agradecimiento y los fanáticos como este servidor, necesitaban más manos para aplaudir a la agrupación estadounidense. Así se despidieron los 4 guerreros del estadio de San Marcos y del los miles de fanáticos, agradeciendo el cariño y la hospitalidad en esta ciudad.
Mas sin embargo, les debemos las gracias a ellos, ya que hicieron un pequeño espacio en su agenda de “TOURS” para visitar a nuestro querido Perú.
Finalmente, el concierto había concluido, no sé si algún día volverán; pero de lo que si estoy seguro es que esa noche, el nombre del Perú quedó muy en alto y que lo llevarán en sus corazones.
Bienvenidos y gracias por visitarnos “Children of The Korn” (Niños de Korn).
OSCAR “RAVEN”.